Plaga: el cuento original

Planeta

Plaga

por Manuel Ospina

Capítulo 1

A pesar de lo que esperábamos, no eran seres tan diferentes a nosotros. Si, su piel tenía un color diferente, un color como el de las naranjas que veíamos en los libros de la biblioteca. Sus rasgos eran mucho más finos que los nuestros: ojos inmensos, nariz diminuta, labios que parecían una simple línea dibujada en aquellos rostros redondeados. Pero a pesar de aquellas diferencias, aquellos seres no eran lo que esperábamos. No entiendo por qué los exploradores nunca trajeron imágenes de los habitantes de la nueva tierra; solo traían muestras de aire, agua, tierra. ¿Acaso las imágenes de los habitantes las escondían para que no pudiéramos verlas? Tiene poco sentido. Escondiendo las imágenes de aquellos seres no serviría para acallar las protestas que se iniciaban cada vez que consumíamos un nuevo planeta. De todas maneras el proceso se repetiría acá y en cualquier otro planeta al que fuéramos.

La verdad, a mi poco me importa. Nací en un planeta que ya no recuerdo y he pasado la mayoría de mi vida en una nave espacial. Incluso, durante mi servicio militar, participé un par de veces en las fuerzas de neutralización. A Kimi, sin embargo, le importa bastante. A mi me molesta un poco que ella vaya a tantas protestas y manifestaciones. Me da un poco de miedo incluso que decida quedarse en uno de los planetas consumidos. Cada vez se ven más casos. En el último planeta se quedaron más de cincuenta mil. Si ella decide quedarse no sé si yo me quedaría con ella. Es verdad que la quiero -la quiero bastante, pero qué podría yo hacer en uno de esos planetas. Yo soy un mecánico. Mi vida está en el espacio, arreglando naves, y no cultivando en un planeta casi muerto. Yo no sé nada de cultivos ni de los otros temas que Kimi trae de las reuniones a las que asiste cada dos semanas. Además, no se si podría abandonar las comodidades en las que vivimos ahora. ¿Podría cambiar acaso todo esto por una choza arcaica y unas plantas que tengo que cultivar y cuidar para poder comer? No lo creo. ¿Y por qué piensan ellos que esta vez va a funcionar? No funcionó en el planeta original -la mítica Tierra, ni en el segundo planeta que habitamos. No creo poder seguirla. Kimi, no creo poder seguirte. No creo poder seguirte si decides quedarte.

Capítulo 2

Plaga

Plaga

Hace poco llegamos a este planeta, pero los exploradores llevan investigándolo un año y dos meses. Lo recuerdo bien porque me trajeron una de las naves que habían sido utilizadas durante la exploración. Eran daños menores, casi mantenimiento. El piloto que la conducía era bastante joven y simpático. Un buen conversador. Se la pasó contándome historias y anécdotas mientras yo revisaba su vehículo. Estaba prestando el servicio militar en las fuerzas de exploración desde hacía un año. Pero estaba cansado de ello y quería regresar a estudiar. Quería ingresar a la universidad y estudiar historia. Le apasionaba la historia del planeta original y se la pasaba leyendo libros sobre éste.

Cuando terminé de revisar su nave fuimos a tomarnos unas copas -era viernes en la tarde y ya no había ningún trabajo por hacer. Fuimos caminando a un bar cercano en esta misma zona. Allí siguió contándome historia tras historia frente a dos cervezas que tomamos parados en una esquina del bar -éste ya estaba lleno y no habíamos podido conseguir ninguna de las mesas. Cuando acabamos la segunda cerveza, el piloto miró el reloj, se despidió afanado y partió dejándome saber que el domingo siguiente pasaría por la nave.

Pensé tomarme una cerveza más. Pero el ambiente del bar no me gustó mucho en aquellos momentos. Se notaba que iba a haber problemas más tarde. Había un grupo de manifestantes que estaba siendo objeto de burlas. Aunque al principio se les veía calmados, parecían cada vez más agitados. Estaban ya a punto de explotar y yo no quería estar allí cuando eso pasara.

Salí de allí. No me gustan los problemas y generalmente les rehuyo. Caminé en dirección opuesta a mi casa, a una plazoleta de cafés y restaurantes donde solía ir cuando no había nada de comer en mi cuarto. Había un restaurante en especial que me gustaba: Angna. La comida era muy buena y bastante económica. Además la decoración me recordaba aquel planeta que habíamos consumido casi 20 años atrás. Aquellos hologramas me traían recuerdos de mi infancia en aquel planeta. Yo tenía 10 años cuando éste fue consumido. Era un planeta pacífico que no nos trajo mayores problemas. Uno de los pocos planetas en que pudimos bajar a la superficie y vivir en ella por un tiempo. Muy poco tiempo, sí, pero un tiempo que recuerdo con mucha intensidad.

Ya sentado en la mesa recordaba aquel cielo rojo, aquel sol tan cercano y casi extinto, aquellos ríos fríos, aquellas noches oscuras que tanto extraño. Recuerdo que aquella vez me tocó sentarme cerca de la ventana. No era mi lugar predilecto pero las mesas que me gustaban estaban ocupadas. Miré el exterior, miré aquellas eternas luces de la nave que solo se debilitaban durante 8 horas diarias: de 10pm a 6am. Luego miré el interior y su decorado de un mundo que ya no existía. Sentí un poco de nostalgia casi al mismo momento que la vi. Kimi, entrando al restaurante con una amiga; Kimi sentándose en la mesa al lado de mi mesa; Kimi respondiendo mi sonrisa. Su rostro me hizo olvidar el pasado. La miré varias veces mientras comía, le sonreí un par de veces más y me acerqué al terminar mi cena.

Capítulo 3

Esta mañana casi no puedo levantarme. No lo hubiera hecho de no ser porque tenía que terminar de reparar un constructor S354 que iban a recoger antes del mediodía. El despertador sonó horrendamente y casi no pude encontrar el control. Estaba del lado de Kimi,  tirado al lado de la cama, al lado de sus sandalias, oculto por el cubrelecho blanco que siempre terminaba de su lado. Ella también se despertó, más por mi desesperación en busca del control que por el ruido que salía de las cuatro paredes del cuarto. Kimi mandó el brazo mecánicamente al suelo y me pasó el control. Cuando apagué el despertador ella había vuelto a caer dormida. No se levantaría hasta casi el mediodía. Yo, en cambio, tenía que levantarme en quince minutos.

Estuve en la cama un rato más. Tomé el cubrelecho y lo jalé a mi lado para sentir el calor. Me senté en la cama pues sabía que si seguía recostado caería dormido. Los ojos se me cerraban y solo la imagen del S354 me tenía despierto. Tengo que ir a repararlo, me repetía una y otra vez, el constructor tiene que estar listo a mediodía.

La mañana no fue muy productiva, pero terminé el constructor poco antes de que fueran a recogerlo. Lo pondrían en producción aquella misma tarde. Me pareció extraña aquella urgencia, de todas maneras había suficientes máquinas para construir los campos de recolección. ¿Por qué ese afán? Se lo pregunté al agente que había ido a recogerlo pero él mismo no sabía –o no quiso decírmelo. Pensé en algunas teorías mientras almorzaba pero luego lo olvidé todo. A mi qué me importaba lo que sucedía –si es que algo sucedía, a mi me estaban pagando bien aquellos trabajos urgentes. Y si terminaban los campos de recolección podría incluso ir a vivir allí por un tiempo. Ya había aplicado para uno de los trabajos disponibles y con mi experiencia seguro que sería aprobada mi aplicación.

Capítulo 4

Poster del movimiento Contra

Poster del movimiento Contra

En estos días he estado pensando mucho en mis primeros días con Kimi. En cómo nos conocimos en aquel restaurante, en cómo nos vimos en un café tres días más tarde y me hizo reir como ninguna otra mujer lo había hecho. Eso fue lo que más me atrajo de ella: su sentido del humor. Al día siguiente hicimos un corto paseo al campo de hologramas y entramos al planeta original.

– ¿Tu crees que realmente era así de hermoso? -me preguntó.

– No sé -fue lo único que respondí.

Nunca pensé en ello. Para mi el planeta original era solo un sueño histórico, casi un mito. Ha habido en mi vida planetas más importantes que aquel y la verdad no podría decir si estos son hermosos o no. Los recuerdo porque son espacios donde viví y los relaciono con alegrías o tristezas. Estoy seguro que relacionaré este planeta con Kimi. Prácticamente nuestra relación nació con el descubrimiento del planeta, creció mientras lo explorábamos y parece entrar en conflicto mientras lo consumimos. Mientras el planeta estaba siendo explorado, Kimi nunca se molestó con mi trabajo. Ella ya estaba en el movimiento Contra. Ella iba a las reuniones y luego me contaba las cosas que se discutían allí. Me contaba que había gente que se había quedado en otros planetas. Me contaba cómo planeaban protestar en contra de las neutralizaciones. Me contaba cómo se podía vivir del cultivo. Me contaba muchas cosas y cada vez ella se veía más y más interesada en ello. Y por aquel interés creciente mi trabajo con el ejército comenzó a ser un problema. Primero me preguntó si alguna vez había pensado cambiar de profesión. Después comenzaron los argumentos, las peleas, las discusiones sobre si estaba bien o mal lo que yo hacía, lo que nuestra especie hacía. Yo trataba de hacerle entender que eso era lo que eramos, ella repetía que no, que simplemente era en lo que nos habíamos convertido.

– Antes no fue así.

– Claro que fue así -le recalqué.- Siempre ha sido así. ¿Acaso no fue consumido el planeta original?

Capítulo 5

Todo el día hemos estado empacando maletas y preparando el viaje. Yo no tenía mucho que empacar: algo de ropa y ya. El resto lo podríamos conseguir allá. Kimi empacó muchas más cosas que yo y parecía no saber qué llevar. Le repetí mil veces que no llevara tantas cosas, que no era necesario, que si necesitábamos algo o se nos quedaba algo, siempre podríamos regresar cuando quisiéramos y llevar el resto. Ella no escuchaba, estaba demasiado concentrada en su tarea. Me recordó mucho cómo había sido cuando le pedí que viviéramos juntos. Aquella vez ella tampoco sabía que dejar atrás y qué llevarse consigo. A la final terminamos transportando un poco de cosas que dos meses más tarde fueron a parar a la basura. Hoy traté de que no pasara lo mismo, pero ella no me escuchó, no me prestó atención. No insistí mucho, el verla me hacía feliz, el recordar aquella otra vez me hacía feliz.

No llevábamos mucho tiempo cuando decidimos irnos a vivir juntos. Un poco más de dos meses en total. Pero fueron dos meses de una intensidad que nunca había tenido en ninguna otra relación. Yo, generalmente callado, incluso tímido, era un ser totalmente diferente con ella. Era gracioso, era extrovertido, era otro. Ella misma lo decía.

– Tu te comportas diferente conmigo que con el resto del mundo -me repetía.- ¿Por qué?

¿Por qué? No lo sé. Kimi me hacía regresar a la infancia. Me hacía sentir tan bien que una noche, después de hacer el amor apasionadamente, aun entrelazados y besándonos jadeantes, le propuse que se fuera a vivir conmigo. No fue una decisión del momento, debo decir. Yo había estado pensando en ello por casi una semana. El sexo, aquel íntimo entendimiento que tenía con ella hasta en la cama, me hizo finalmente saber que era lo mejor. Ella no me respondió inmediatamente, me miró a los ojos, esperando quizá que yo le dijera algo más, luego me besó en los labios y me dijo que lo iba a pensar. Me sentí un poco desilusionado con la respuesta, lo confieso, pero no le dí muchas vueltas –la verdad no le doy muchas vueltas a nada ahora que lo pienso. No volvimos a tocar el tema hasta que dos días después ella me dijo que si. Dos semanas después, tras entregar su apartamento y vender un poco de cosas que no iba a necesitar, ella se mudó conmigo.

Capítulo 6

El apartamento que nos designaron es mucho más grande que el que tenemos en la nave residencial. Al parecer a Kimi le gustó, porque al entrar dejó su maleta en el piso, recorrió los cuartos y regresó con una gran sonrisa en la cara. Se colgó de mi cuello y me besó. Yo cerré la puerta a mi espalda con el pie mientras la abrazaba por la cintura.

– ¿Te gusta? -le pregunté.

Kimi no respondió, hizo un gesto burlón como diciendo que no estaba mal y sonrió. Nos dejamos caer en el sofá. No queríamos desempacar aun, solo sentarnos un rato en el sofá a descansar. Ella recostó su cabeza en mis piernas y extendió el resto del cuerpo a lo largo del sofá. Me gusta que haga eso, me gusta jugar con su cabello.

– ¿Por qué no traes el vino? -sugirió- Hay un vino en el bar.

Pensé que era la primera vez que ella tomaría vino. Yo había tomado en muy pocas ocasiones. Solo cuando venía como empleado del ejército en un nuevo planeta. Aunque me gustaba mucho el vino, era imposible comprarlo. Solo el gobierno podía acceder a él y generalmente dejaban una pequeña botella como bienvenida a los empleados que iban a residir en los campos de recolección. Me levanté, fui hasta el bar y saqué dos copas y la botella de vino. El resto de botellas eran de licor común. Cuando me senté de nuevo, Kimi se acercó y me dio un ligero beso en la mejilla mientras descansaba ambas manos en mi hombro izquierdo. Destapé la botella, serví las copas y le pasé una a ella.

– Por nosotros -brindó.

– Por nosotros -repetí con ella.

Acabamos la botella entre besos y comentarios sobre el apartamento. Entre las cosas que ella dijo fue su deseo de tener un apartamento así en la nave residencial.

– Tal vez algún día -dijo con su mente en algún otro lado. – Quizás algún día.

Regresó de su meditación y dejando la copa sobre la mesa de centro se sentó en mis muslos y me besó en la boca. Hicimos el amor allí y terminamos la última copa de vino medio desnudos.

El apartamento tenía dos alcobas. Nosotros nos quedaríamos en la más grande, la que tenía baño incluido. Allá pasamos las maletas y desempacamos después de haber dormido un rato para bajar los efectos del alcohol. Al desempacar las maletas fui a dejarlas, ya vacías, en el otro cuarto, el cuarto que quedaría vacío. Luego salimos a cenar.

No hay muchos sitios que ver afuera. Se pueden ver las torres de recolección pero no se puede entrar a esos sectores. Hay muchos sitios restringidos. El único sitio público es el sector comercial, donde están los restaurantes y las tiendas. Allí cenamos, en un restaurante pequeño, muy íntimo. Me gustó el lugar aunque la comida era, desafortunadamente, no muy buena. Después de cenar regresamos al apartamento donde caímos rendidos de cansancio.

Capítulo 7

A veces no entiendo lo que ella quiere de mí. Llegó con un genio infernal. Aunque tiene llaves, llegó golpeando la puerta desesperadamente. No me saludó cuando le abrí, siguió derecho a la sala y se sentó en el sofá.

– Tenemos que hablar.

Me dijo en un tono de voz fuerte, amenazante. Luego se levantó de nuevo y caminando por entre los muebles prosiguió. Su tono de voz era amenazante y sus frases desordenadas no eran fáciles de seguir.

– No puedo seguir contigo -era la frase que más repetía.

Decidí acercarme a ella, la tomé de los brazos y la obligué a mirarme.

– ¿Qué pasa? – le pregunté

Ella me miró con los ojos bien abiertos y tras unos segundos se dejó caer en mi pecho, llorando.

– Lo vi -se entendía entre sus lágrimas. – Lo vi todo.

– ¿Qué viste?

– Todo. Vi como los exterminaban.

¡Eso era! Había visto un ataque. ¿Cuándo? Era muy pronto para incluso una neutralización. No se habían  escuchado noticias de ninguna insurrección, de ninguna reacción de los aborígenes. Era imposible que ellos hubieran comenzado la neutralización antes de una acción de ellos que, tarde o temprano, pasaría. Siempre pasaba.

– ¿Cuándo? -le pregunté queriendo saciar mi curiosidad.- ¿En dónde?

– Ayer escuchamos que iba a haber un ataque -comenzó aún entre sollozos.- Queríamos ir a protestar, quizá impedir el ataque. Llegamos tarde… solo unos minutos tarde. El ataque había comenzado, el centro estaba totalmente destruido, solo polvo y humo salía de diversos puntos de la ciudad. Los gritos de aquellos seres que corrían y se encontraban con los soldados. Todo fue tan rápido, acabó en minutos y no quedó absolutamente nada. Cuando los soldados habían matado todos aquellos seres, las naves entraron destruyendo cualquier construcción que estaba en pie. Minutos más tarde, solo los escombros quedaron.

Entre sollozos, entre frases repetidas, entre frases cortadas y sin sentido me narró lo que había visto. Era un claro ataque de neutralización. Pero, ¿por qué tan pronto?

– ¿Cómo se te ocurrió ir allí? ¿No sabes lo peligroso que es?

Capítulo 8

El ataque fue mayor de lo que esperábamos. Comenzó en la madrugada, cuando aún la villa dormía. Se escucharon primero unos sonidos a lo lejos que se podían confundir fácilmente con el silbido producido por el aire traspasando las hojas de los árboles de los alrededores de la villa. Pero el sonido se acercó rápidamente y los nativos fueron apareciendo al mismo tiempo que los pobladores salían curiosos o alarmados de sus alojamientos. Al parecer la defensa había sido eliminada en segundos y los atacantes habían invadido la villa sin dificultad. Los soldados de neutralización ni siquiera alcanzaron a ser informados y muy pocos alcanzaron a llegar a las naves. Los demás trataron de defenderse con armas de mano que no fueron nada efectivas contra los atacantes. Los recolectores también trataron de defenderse con el poco entrenamiento militar que habían recibido quizá años atrás. De nada sirvieron los intentos de resistencia, de nada sirvieron nuestras armas contra los atacantes. Sus armas eran mucho más avanzadas que las nuestras y la villa fue arrasada en minutos. Los pocos que alcanzaron a huir fueron aquellos neutralizadores que alcanzaron a llegar a las naves. Al inicio, ellos trataron de resistir el ataque, pero al ver que era inútil, huyeron de allí y se dirigieron a la nave CAM-37.

Nos salvamos de milagro. Lo escribo y tiemblo. Si hubiéramos esperado un día más, unas horas más, Kimi y yo estaríamos entre los muertos. Kimi me salvó. Su insistencia en abandonar la villa de recolección nos salvó. Yo finalmente acepté y pedí un permiso para ir con ella hasta la nave militar. Ella saldría de allí a la nave residencial y yo regresaría al planeta hasta que terminara el consumo. La vi partir y salí de inmediato a tomar la nave que me llevaría de regreso a la villa de recolección. Pero la nave nunca salió. En esos momentos llegaron las naves que habían logrado escapar de los Gekis y todo transporte con el planeta fue suspendido. Aún tiemblo al recordarlo.

Capítulo 9

Se me encargó la reparación de una de las naves. No sé cuánto me voy a tardar reparándola. Hice una valoración de los daños pero aun no entiendo en sí los problemas eléctricos que estos daños produjeron. Al principio pensé que el sistema eléctrico estaba intacto, pero al comenzar la reparación que creía superficial, me di cuenta que el sistema eléctrico poco a poco se iba degenerando. Eso fue lo que pasé en el informe que recogió el capitán Murray. Él lo leyó frente a mí, en silencio, concentrado. Luego me agradeció y se fue para regresar una hora después con una declaración de reserva que me hizo firmar. También me pidió que tratara de ser tan específico como fuera posible en los informes que le pasaría diariamente. Yo acepté, no podía hacer nada más, y además me interesaba saber qué era lo que producía el error en el sistema eléctrico.

Mientras almorzaba escuché relatos sobre el ataque, diferentes versiones que me permitieron hacerme una idea clara de lo que había pasado. Toda la tarde me la pasé pensando en el ataque mientras reparaba daños superficiales. Un ataque de aquella magnitud nunca había sucedido. Las directivas no se metían en planetas donde fuera demasiado peligroso ir. Y por eso no había mayores problemas en terminar la recolección, neutralizar cualquier ataque e irnos. Esa era la tarea más importante de los exploradores: asegurarse de que el planeta fuera fácilmente consumible. ¿Por qué entonces habían decidido consumir aquel planeta? Todo se me hacía cada vez más raro. Las neutralizaciones secretas y tan tempranas, este ataque avasallador de unos nativos con armas superiores a las nuestras, la velocidad con la que estaban construyendo las villas de recolección, la misma velocidad con la que se estaba recolectando. Todo era muy fuera de lo común. ¿Por qué el cambio de tácticas? ¿Por qué?

Capítulo 10

Poster del movimiento Contra

Poster del movimiento Contra

No creo que haya quedado nadie en el planeta después de aquel ataque, y no sé qué va a pasar ahora que se han reportado ataques idénticos en todas las villas de recolección. Al parecer fue un ataque perfectamente sincronizado que buscaba expulsarnos totalmente del planeta. ¿Qué pasará ahora? No soy solo yo el que se lo pregunta. Se escucha en los corredores, en los restaurantes, en todo lado. Aunque todo se ha tratado de conservar en el máximo secreto, es imposible evitar que los comentarios escapen. Estuve hablando con Kimi, pero ella, al parecer, no sabe nada al respecto. ¿Será que las noticias no han llegado hasta las naves residenciales? Al parecer, no. Pero no pasará mucho tiempo antes de que los rumores lleguen hasta allá. Acá, en las naves militares, se nota un gran revuelo, una conmoción que sugiere un contraataque. ¿Pero acaso no tuvimos suficiente? Ya sabemos que sus armas son superiores a las nuestras y que si nos acercamos a la atmósfera del planeta sus armas pueden fácilmente alcanzarnos. Acá en la órbita estamos seguros, pero más cerca estaríamos en un riesgo mortal. ¿Cómo piensan entonces atacar? Si fuera por mi dejaríamos este planeta en paz y buscaríamos otro planeta para consumir. Solo viendo el poder de aquel virus magnético que he estado tratando de cancelar en la nave que me ha sido confiada, es suficiente para entender el riesgo que corremos si seguimos en este planeta. Deberíamos abandonar el planeta, tratar de comprender su tecnología, tal vez regresar con mejores armas para tratar de consumir definitivamente el planeta. Claro que tomaría tiempo. No va a ser fácil entender incluso aquel virus, menos revertir su efecto o duplicar su eficacia. Pero yo poco puedo hacer, yo soy solo un mecánico que trabaja en la reparación de naves de ataque para nuestro ejército. No tengo decisión alguna a pesar de lo que Kimi me dice una y otra vez: que todos tenemos el poder de cambiar las cosas.

Kimi. He pensado mucho en las cosas que ella me dice. He pensado mucho en las discusiones que hemos tenido desde que se inició el consumo de este planeta. Kimi, ¿qué estarás haciendo ahora? Te extraño Kimi. Extraño la forma como me haces reír Extraño incluso tu pasión por tratar de dejar de ser lo que somos: una plaga, como tu nos llamas. Kimi, eso es lo que somos, esa es nuestra naturaleza, somos una plaga.

Capítulo 11

La nave estaba en tumulto. El contraataque fue un completo desastre. Apenas 10 naves regresaron, el resto de la flota fue completamente destruida. Yo estuve todo el día en el centro de comando. La ansiedad no me permitía hacer nada más y nada más hice. No era solo yo. Todos estábamos así. Los comandantes no salieron del salón de combate. Nadie salió de allá y solo pudimos enterarnos de cómo iba la operación cuando uno de los técnicos abandonó la sala.

– No va nada bien -nos contó.- Apenas entramos a la atmósfera, empezó la defensa. Tienen armas antiaéreas de las cuales no teníamos ni idea. Nuestras naves comenzaron a caer. Los generales ordenaron una neutralización de las baterías antiaéreas. Vamos a ver qué pasa ahora.

No pudo contarnos nada más. Partió y nosotros nos quedamos a la expectativa. Nada pasó por horas, solo el paso del tiempo, las miradas intranquilas, los pasos de caminantes ansiosos. Yo me senté en un rincón, esperando que algo pasara. Pensé en Kimi, pensé en llamarla. La olvidé y me puse a hablar con un hombre mayor que se había sentado a mi lado. Solo por matar el tiempo comencé a hablar con él, pero fue inútil porque nuestra conversación terminó en el tema que trataba de sacar de mi mente: el contraataque.

– Claro que sabían de las armas -comentó. -Lo sabían desde el principio. Por eso fue la neutralización que se hizo. Esperaban exterminarlos en ese ataque. Pero no fue suficiente y no pensaron que el contraataque de ellos iba a ser tan rápido.

– Pero si sabían de las armas, si sabían del poder de los habitantes de este planeta ¿por qué vinimos? ¿no es extraño?

– ¿Extraño? -me miró fijamente a los ojos.- ¿Qué tiene de extraño? Necesitábamos los recursos. Aun los necesitamos.

No respondí. Lo miré esperando que continuara aunque mi mente ya se iba haciendo una idea clara de todo.

– Los recursos de nuestra colonia son muy escasos y no hemos descubierto ningún otro planeta lo suficientemente cerca como para dejar pasar este -continuó.- Teníamos que para acá. Teníamos que intentarlo.

Lo dijo en desespero. Lo dijo mientras veía una de las naves regresar. Apenas la nave se detuvo, el piloto bajó, dio tres pasos y cayendo en sus rodillas, vomitó. Tres hombres fueron en su ayuda. Las chaquetas del servicio de salud mostraban que era algo normal y a muy pocos de nosotros nos sorprendió. No todas las naves llegaron al mismo tiempo. Dos naves más llegaron a la hora; cuatro o cinco más llegaron un poco más tarde y las restantes llegaron en intervalos mucho mayores. Pero a la llegada de la quinta nave se sabía ya que todo estaba perdido. Los generales salieron y comenzaron a dar órdenes de evacuación. No esperarían ninguna sorpresa, la órbita sería abandonada cuanto antes y nos alejaríamos lo suficiente de este planeta para siempre.

Capítulo 12

Imaginé que al abrir la puerta la encontraría allí. Pero no fue así. Kimi no estaba en el apartamento. Había, sin embargo, un mensaje sobre la mesa que tomé y leí instantáneamente. Con la carta en la mano me dirigí al sofá y me senté allí aun leyendo las bien cuidadas letras de la carta. La bajé cuando entendí que decía adiós. Miré la pared como mirando el infinito o la nada mientras dejaba que mi mente organizara los mil pensamientos que pasaban. Parecían que escapaban de mi mente y se dibujaban en la pared blanca que veía cada vez más nublada. ¿Por qué no me imaginé que me dolería tanto su ausencia? Cerré los ojos y me dejé llevar por el llanto. Luego la rabia secó las lágrimas y un miedo que me llevó a retomar la lectura de la carta. Seguí la lectura donde la había dejado y con horror supe lo que la egoísta sensación no me había dejado prever en un principio. Si, ella me había dejado, ella decía adiós, pero se iba por una causa por la cual estaba luchando desde hacía tiempo. Seguí leyendo cada vez más rápido, cada vez más angustiado. Kimi había estado pensando todo aquello por un buen tiempo antes de finalmente decidirse. No había tratado de convencerme porque sabía que no sería capaz de ello, sabía que yo no dejaría aquella vida segura que estaba viviendo por el riesgo que ahora ella estaba tomando. ¿Pero es que acaso ella sabe el riesgo que está tomando? ¿Crees Kimi que solamente es sobrevivir en un planeta que ha sido arrasado? ¿No entiendes Kimi que si se quedan serán atacados por los nativos? ¿Cómo iban a saberlo? Nadie supo que este planeta había sido diferente, que no había sido recolectado en su totalidad, que no había sido arrasado como tantos otros planetas en el pasado. Este planeta era diferente. Nos tocó detenernos acá a pesar de las desventajas que los exploradores habían visto. ¿No entiendes Kimi que vas directo a la muerte? El desespero me sobrevino y salí de allí corriendo a la plataforma de despegue. Si ellos pensaban escapar al planeta tenía que ser por allí, no había otra posibilidad.

Tomé la moto y la sensación de que era demasiado tarde me hizo acelerar más y más. No hacía más de tres horas que yo mismo había llegado a la plataforma de despegue y no había visto nada que pareciese extraño, fuera de lo común. ¿Cuándo habría escrito Kimi la carta? Tenía que ir de todas maneras, preguntar si habían visto algo inusual. Llegué en pocos minutos, dejé la moto mal parqueada y corrí sin saber muy bien dónde comenzar mi búsqueda. Vi las naves, pasé por ellas mostrando rápidamente mi pase de mecánico y solo caí en cuenta de que tenía que preguntar en la oficina de control cuando estaba fatigado y ya no podía correr más. Caminé hasta allá, esta vez despacio, mis pulmones no daban para más. El controlador que estaba en aquellos momentos me era familiar. Lo había visto varias veces y en más de una ocasión cruzamos palabra. Esto me facilitó relatarle todo lo que estaba pasando y preguntarle si sabía algo al respecto. Él no había presenciado nada, pero había escuchado que una nave había sido robada tres días atrás. La nave salió al planeta S512. Al parecer el robo fue notificado. Los mandos superiores discutieron qué hacer: algunos querían mandar una patrulla de rescate tras la nave, sobre todo para rescatar la nave y que ésta no cayera en manos de los nativos. De todas maneras era la única ventaja que teníamos sobre ellos. Los otros querían dejar la nave y su tripulación a su suerte. Si los nativos tomaban la nave, la tecnología que sacaran de allí no sería asimilada fácilmente. Y cuando pudieran duplicarla nosotros ya estaríamos lo suficientemente lejos. A la final ganó esta última opinión y decidieron eliminar de los archivos cualquier mención al robo de la nave.

Capítulo 13

Desde el ventanal miro el planeta cada vez más pequeño. ¿Alcanzaremos a llegar al siguiente? ¿Alcanzamos a recolectar lo suficiente? Se escuchan voces que preguntan a lo largo del corredor. Voces de personas que como yo ven el planeta disminuir en tamaño mientras nos alejamos. A mi no me importan sus preguntas. Solo me importa su suerte. ¿Habrás llegado a salvo al planeta? Kimi ¿Estás allí? ¿Estás en ese diminuto punto que está por desaparecer? Kimi. Siempre pensaré en ti cuando vea los planetas desaparecer frente a mi. Kimi. Y pensaré que eres feliz.

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